UNA PANDEMIA EN PERSPECTIVA NO 22
UNIVERSIDAD HISPANOAMERICANA
ESCUELA DE MEDICINA
COORDINACIÓN DE INVESTIGACIÓN
Dr. Ronald Evans Meza, MSc Roger Bonilla Carrión, Dr. Roberto Salvatierra D.
Comienza el mes de setiembre en medio del avance más fuerte de la pandemia de covid-19 en el país, y ante la perspectiva de una flexibilización de las medidas para su control. La danza con el virus se anuncia oficialmente mientras la orquesta de salón permanece silenciada. El martillo se aleja discretamente, guardando en su interior, la esperanza de que prontamente lo vuelvan a llamar. Reina una calma aparente, por que la situación es grave y nadie está seguro de lo que puede pasar. Ya se venía anunciando que el país no podía esperar más, puesto que la economía desfallecía sin remedio alguno. Por lo tanto, no tomó a nadie por sorpresa la medida del gobierno. Era una decisión anunciada. Y así fue. Ahora, habrá que lidiar con la enfermedad del siglo, tratando de que haga el menor daño posible, pero las circunstancias no son nada halagüeñas.
En números pasados de estas perspectivas, veníamos advirtiendo del avance de la morbilidad y mortalidad del covid-19, hechos notorios especialmente durante los meses de julio y agosto. Lentamente, las cifras y las tasas aumentaban diariamente. A veces, ocurrían disminuciones que alimentaban la esperanza de un retroceso de la pandemia, pero a los pocos días, volvían a subir, enterrando las ilusiones de una mejoría. La media osciló entre 800 y 900 por unos días, pero sobrepasamos con holgura los mil casos. Y las estimaciones que se han hecho a través de diversas instituciones, tanto nacionales como internacionales, nos dicen que el pico de la curva se alcanzará a fines de este mes de setiembre o a mediados de octubres. Lo mismo ha sucedido con las muertes, en aumento constante, pero al menos su evolución ha sido menos agresiva, es decir, no han ocurrido elevaciones bruscas salvo en uno que otro día. La morbilidad llama la atención por su incremento alarmante, tanto a nivel nacional como internacional, pero no ha pasado así con la mortalidad. Su tasa resiste exitosamente todavía la comparación allende las fronteras, espejo de la fortaleza de nuestro sistema nacional de salud, pero ¿por cuánto tiempo perdurá de esta manera? Nadie lo sabe, pero de seguir subiendo las tasas de hospitalización por el aumento de casos, puede que la cobertura de pacientes y de camas disponibles, se sobresature. Los matemáticos y estadígrafos que manejan los programas de estimaciones, han fijado fechas para cuando ese evento ocurrirá, y a nosotros solo nos queda procurar que esos cálculos resulten equivocados. Es responsabilidad ciudadana y no solo del gobierno conseguirlo. Tenemos que demostrar de verdad, que somos un pueblo culto, educado y disciplinado, capaz de enfrentar con decisión y fortaleza el reto que tenemos por delante. Sabemos lo que hay que hacer para contener al enemigo.
Llamó mucho la atención durante la semana pasada, unas declaraciones del Ingeniero Tomás Pueyo, creador de la exitosa estrategia de la “danza y el martillo”, que mucha difusión ha tenido a nivel internacional, tanto que prácticamente ha pasado a ser del dominio público en general y no solamente del sector técnico. Las mismas se dieron durante su participación en el TEDx Pura Vida Salón y entre otras cosas dijo algunas que nos llamaron la atención. En primer lugar, “que Costa Rica tiene una prevalencia de 200 casos por cada 100.000 habitantes”. De entrada, sin más lectura, nos dimos cuenta que eso era un error, ya que esa tasa indicaba apenas 10.000 casos cuando ya el país sobrepasa los 40.000. Pero al leer más adelante, el periodista informa que “el ingeniero analizó 14 días de casos para varios países y por ejemplo destaca que se tiene una prevalencia similar a la que reportan naciones vecinas con mayor afectación por la pandemia” (La Nación, viernes 28de agosto). Más adelante, especifica un poco más y refiere que “está bastante alta, muy parecida a la de otros países latinoamericanos como Colombia, Brasil o Panamá”. Grave, gravísima la declaración. No debimos sorprendernos dado que conocíamos el ascenso acelerado de la curva pandémica y de sus tasas. Pero no nos habíamos atrevido a hacer comparaciones de este tipo. Por lo tanto, recurriendo a la duda metódica, decidimos comprobar tales asertos. Como dijo Pueyo, trabajamos solamente con la incidencia de casos ocurrida en los 14 días previos. Y además, hicimos el análisis para toda Latinoamérica, incluyendo a Nicaragua y Venezuela, cuya información estadística, de acuerdo a fuentes nacionales e internacionales, no es nada confiables. Lo que obtuvimos, aparece en el cuadro 1.
Comencemos con los tres países que refiere Pueyo. La tasa de Costa Rica (221,1 por 100.000 habitantes) es menor que la de Colombia (295,8) y que la de Panamá (306,5), pero mayor que la de México (74,6). Si vemos el área centroamericana restante, notamos que la tasa de Costa Rica es superior al resto de países, con excepción a la de Panamá Lo mismo pasa con el caribe hispano parlante. Al trasladarnos a América del sur, la tasa de Costa Rica es superada solamente por la de Perú (368,6), la de Argentina (241,6) y la de Brasil (262,3). Vale hacer notar que la tasa de estos dos últimos países, es bastante similar a la nuestra. Llama la atención que la tasa nacional es superior a la de Chile, Ecuador y Bolivia, que han atravesado por momentos muy graves debido a la elevada prevalencia de la enfermedad.
La situación descrita en líneas anteriores señala claramente que Costa Rica pasa por un momento muy difícil debido al covid-19. Hace pocas semanas veíamos a través de los medios, la tragedia de pueblos hermanos latinoamericanos, sin pensar que muy pronto, estaríamos confrontando tasas de prevalencia parecidas a las de esas naciones. La gran diferencia a favor nuestro radica en la baja mortalidad y letalidad que tenemos, la cual puede apreciarse en el cuadro 2. En números, la tasa de mortalidad por millón de habitantes de Costa Rica resulta ser 5 y media veces menor a la de Panamá, seis veces menor que la de México, siete veces menor que la de Brasil y por último, 4,7 veces menor que la de Colombia. A esta diferencia se debe que aquí, afortunadamente, no se ha visto las escenas dantescas de los cadáveres insepultos en las calles de Guayaquil, o los entierros masivos en Manaos, para citar solamente dos ejemplos.
En la clasificación de la gravedad de la pandemia, basado en seis criterios, por países que ha realizado Dhafer Malouche, estadígrafo de la Universidad de Cartago en Túnez, y que aparece en su página web, de acuerdo a una escala que contempla los siguientes estadios: alto riesgo, bajo riesgo, riesgo intermedio, seguro y por último, muy seguro, Costa Rica aparece entre los países de “alto riesgo”. Este señalamiento viene a confirmar lo dicho por Pueyo y descrito líneas arriba por nosotros.
En el gráfico 1 se muestra la evolución de la pandemia en los países centroamericanos desde su inicio en marzo del 2020, en este caso, tomando en cuenta todos los casos acumulados desde ese entonces hasta ahora. Es evidente que en cuanto al número total de casos, Honduras, Guatemala y Panamá superan a Costa Rica, pero la fuerza de ascenso en las últimas semanas es superior en nuestro país, el cual sobrepasa a El Salvador, pero es de notar que antes de julio, este último país tenía más casos que Costa Rica.
En el gráfico 2 se aprecia el número de muertes en el área centroamericana, notándose que Costa Rica tiene el menor número de ellas en relación al resto de países, sin embargo, es notable el incremento de defunciones que ha ocurrido en el país a partir de julio, pareciendo que la separación de la curva con la de El Salvador, tiende a estrecharse.
En el gráfico 3 se visualiza el número de pruebas PCR por cada mil habitantes en algunos países de América Latina, en donde Costa Rica sigue llevando a cabo una pobre campaña de testeo al no sobrepasar una tasa de 0,4, solamente superior en este caso a la que presenta México.
En el gráfico 4 se puede ver el índice de letalidad (muertes por covid-19 entre el número de casos notificados) en Centro América en donde es notorio el bajísima porcentaje que tiene Costa Rica, que apenas llega a un 1,1 %, que incluso figura entre los más bajos del mundo. Allí radica la diferencia en magnitud del problema del covid-19 que tiene Costa Rica en relación con otras naciones latinoamericanas. Sin embargo, es conveniente mantenerse alerta, puesto que el número de muertes por dicha enfermedad viene aumentando paulatinamente.
En el gráfico5 tenemos el índice de rigurosidad de la universidad de Oxford, el cual revela una peligrosa disminución de los valores que lo componen durante las últimas semanas.
GRÁFICO 1
Casos acumulados de Covid-19 en países centroamericanos desde el inicio de la pandemia, marzo 7 al 31 de agosto.
GRÁFICO 2
Defunciones acumuladas por Covid-19 en países centroamericanos desde el inicio de la pandemia
Gráfico 3
Pruebas PCR por mil habitantes para el Covid-19 efectuadas en algunos países latinoamericanos desde el inicio de la pandemia
GRÁFICO 4
LETALIDAD POR COVID-19 EN PAÍSES CENTROAMERICANOS DESDE EL INICIO DE LA PANDEMIA
Gráfico 5
Índice de rigurosidad de la Universidad de Oxford para Costa Rica desde el inicio de la pandemia